El descenso de Inanna/Ishtar al infierno

Cuando, desde lo alto del cielo, la belicosa Inanna, diosa del amor y de la guerra, quiso visitar el infierno, para evitar quedarse atrapada para siempre en el mundo de los muertos ordenó a su asistente Ninshubur que informara a los dioses de su viaje. Al llegar al palacio de Ganzer, en el centro del mundo inferior, con gesto autoritario Inanna ordenó al portero abrir las puertas. Éste la interrogó acerca del motivo de su presencia, y la diosa respondió que deseaba asistir a los funerales de Gugalanna, marido de Ereshkigal, su propia hermana y reina del infierno. 

Relieve Burney. Posible representación de la 
diosa Ishtar/Inanna en un relieve babilónico 
de los siglos XIX-XVII a.C. 

Cuando Ereshkigal fue informada de la presencia de su hermana, preocupada, se golpeó los muslos con rabia y se mordió los labios. Ordenó al portero descorrer el cerrojo de las siete puertas del infierno y permitirla entrar. Sin embargo, la reina del infierno ordenó también que, al entrar en su palacio, Inanna fuera despojada de sus poderes y vestimentas. Así ocurrió, y cuando Inanna fue conducida ante el trono de Ereshkigal completamente desnuda y desarmada, indignada, protestó por el trato recibido. Pero los siervos de Ereshkigal la obligaron a guardar silencio y acatar los rituales del infierno. Entonces, la diosa Ereshkigal la miró con furia y, lanzando contra ella un grito de maldición, la convirtió en un cadáver. A continuación, el cadáver de Inanna fue colgado de un clavo.

Pasados tres días y tres noches, temiendo por la vida de su señora, Ninshubur alertó a los dioses tal y como se le había ordenado. En primer lugar, Ninshubur acudió al palacio del Ekur para pedir ayuda a Enlil, el rey de los dioses. Sin embargo, Enlil se negó a prestar su ayuda a Inanna alegando que la diosa debía asumir las consecuencias de su propia decisión. A continuación, Ninshubur derramó sus lágrimas ante Nanna, dios de la luna y padre de Inanna, pero éste tampoco escuchó sus súplicas. Finalmente, la sierva de Inanna acudió a Enki, creador de los hombres, quien se apiadó de la diosa y se propuso salvarla. Para ello, sacando un poco de tierra de debajo de sus uñas, Enki moldeó a un kurgara y un kalatur. Los animó mediante la comida y la bebida de la vida, y entonces les ordenó descender al infierno y traer de vuelta a Inanna. 

Detalle del Vaso de Ishtar. Posible representación 
de la diosa Ishtar/Inanna. Primera mitad del 
segundo milenio antes de Cristo.

Ya en el interior del palacio de Ganzer, el kurgara y el kalatur se compadecieron de los dolores de Ereshkigal por la muerte de su marido y lloraron con ella. Cuando, halagada, Ereshkigal les ofreció el agua del río y el grano de los campos en agradecimiento, el kurgara y el kalatur se negaron a aceptarlos. En su lugar, pidieron como regalo el cadáver de Inanna, que pendía colgado de un clavo. Una vez tuvieron el cadáver de la diosa en su poder, el kurgara y el kalatur derramaron el alimento y el agua de vida sobre ella e Inanna regresó a la vida. Sin embargo, antes de liberar a Inanna, los Anunna, dioses del mundo inferior, le exigieron que dejara un sustituto en el infierno. 

Para traer un sustituto de Inanna al infierno, demonios grandes y pequeños siguieron a la diosa al mundo superior. Los demonios, que rechazaban toda ofrenda de comida o bebida, portaban un bastón y numerosas armas en su cintura. Cuando Inanna regresó al mundo exterior, Ninshubur, su asistente, se arrojó a sus pies aliviada por su regreso. Los demonios quisieron llevársela, pero Inanna se negó a dejarla marchar. Los demonios también quisieron llevarse a Shara, trovadora y peluquera de la diosa, y a Lulal, su capitán, pero Inanna no lo permitió. En lugar de sus sirvientes, la diosa entregó al pastor Dumuzi, su amante, a los demonios. Pero cuando éstos atraparon a Dumuzi, el pastor suplicó ayuda a Utu, dios del sol y hermano de Inanna. 

Estrella de ocho puntas de Ishtar/Inanna en la 
estela del rey Melishipak, siglo XII a.C.

El dios Utu transformó las manos y los pies de Dumuzi en manos y pies de serpiente, de modo que el joven pudo escapar de sus captores. Dumuzi se ocultó en casa de su hermana. No obstante, una mosca delató su presencia a los demonios, quienes volvieron a capturarlo. En agradecimiento por su ayuda, Inanna concedió un destino favorable a la mosca. 

Cuando los demonios apresaron a Dumuzi, Geshtinanna, su hermana, suplicó a la diosa que se la llevaran a ella en su lugar. Inanna, apenada por el llanto de la muchacha, le permitió sustituir a su hermano durante la mitad del año. De esta forma, la diosa logró regresar al reino de los dioses tras descender al infierno.


Fuente:
BOTTÉRO J. Y KRAMER S.N. (Ed.) (2004): Cuando los Dioses Hacían de Hombres. Mitología Mesopotámica. Madrid. Akal.  

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jueves, 24 de abril de 2014

El descenso de Inanna/Ishtar al infierno

Cuando, desde lo alto del cielo, la belicosa Inanna, diosa del amor y de la guerra, quiso visitar el infierno, para evitar quedarse atrapada para siempre en el mundo de los muertos ordenó a su asistente Ninshubur que informara a los dioses de su viaje. Al llegar al palacio de Ganzer, en el centro del mundo inferior, con gesto autoritario Inanna ordenó al portero abrir las puertas. Éste la interrogó acerca del motivo de su presencia, y la diosa respondió que deseaba asistir a los funerales de Gugalanna, marido de Ereshkigal, su propia hermana y reina del infierno. 

Relieve Burney. Posible representación de la 
diosa Ishtar/Inanna en un relieve babilónico 
de los siglos XIX-XVII a.C. 

Cuando Ereshkigal fue informada de la presencia de su hermana, preocupada, se golpeó los muslos con rabia y se mordió los labios. Ordenó al portero descorrer el cerrojo de las siete puertas del infierno y permitirla entrar. Sin embargo, la reina del infierno ordenó también que, al entrar en su palacio, Inanna fuera despojada de sus poderes y vestimentas. Así ocurrió, y cuando Inanna fue conducida ante el trono de Ereshkigal completamente desnuda y desarmada, indignada, protestó por el trato recibido. Pero los siervos de Ereshkigal la obligaron a guardar silencio y acatar los rituales del infierno. Entonces, la diosa Ereshkigal la miró con furia y, lanzando contra ella un grito de maldición, la convirtió en un cadáver. A continuación, el cadáver de Inanna fue colgado de un clavo.

Pasados tres días y tres noches, temiendo por la vida de su señora, Ninshubur alertó a los dioses tal y como se le había ordenado. En primer lugar, Ninshubur acudió al palacio del Ekur para pedir ayuda a Enlil, el rey de los dioses. Sin embargo, Enlil se negó a prestar su ayuda a Inanna alegando que la diosa debía asumir las consecuencias de su propia decisión. A continuación, Ninshubur derramó sus lágrimas ante Nanna, dios de la luna y padre de Inanna, pero éste tampoco escuchó sus súplicas. Finalmente, la sierva de Inanna acudió a Enki, creador de los hombres, quien se apiadó de la diosa y se propuso salvarla. Para ello, sacando un poco de tierra de debajo de sus uñas, Enki moldeó a un kurgara y un kalatur. Los animó mediante la comida y la bebida de la vida, y entonces les ordenó descender al infierno y traer de vuelta a Inanna. 

Detalle del Vaso de Ishtar. Posible representación 
de la diosa Ishtar/Inanna. Primera mitad del 
segundo milenio antes de Cristo.

Ya en el interior del palacio de Ganzer, el kurgara y el kalatur se compadecieron de los dolores de Ereshkigal por la muerte de su marido y lloraron con ella. Cuando, halagada, Ereshkigal les ofreció el agua del río y el grano de los campos en agradecimiento, el kurgara y el kalatur se negaron a aceptarlos. En su lugar, pidieron como regalo el cadáver de Inanna, que pendía colgado de un clavo. Una vez tuvieron el cadáver de la diosa en su poder, el kurgara y el kalatur derramaron el alimento y el agua de vida sobre ella e Inanna regresó a la vida. Sin embargo, antes de liberar a Inanna, los Anunna, dioses del mundo inferior, le exigieron que dejara un sustituto en el infierno. 

Para traer un sustituto de Inanna al infierno, demonios grandes y pequeños siguieron a la diosa al mundo superior. Los demonios, que rechazaban toda ofrenda de comida o bebida, portaban un bastón y numerosas armas en su cintura. Cuando Inanna regresó al mundo exterior, Ninshubur, su asistente, se arrojó a sus pies aliviada por su regreso. Los demonios quisieron llevársela, pero Inanna se negó a dejarla marchar. Los demonios también quisieron llevarse a Shara, trovadora y peluquera de la diosa, y a Lulal, su capitán, pero Inanna no lo permitió. En lugar de sus sirvientes, la diosa entregó al pastor Dumuzi, su amante, a los demonios. Pero cuando éstos atraparon a Dumuzi, el pastor suplicó ayuda a Utu, dios del sol y hermano de Inanna. 

Estrella de ocho puntas de Ishtar/Inanna en la 
estela del rey Melishipak, siglo XII a.C.

El dios Utu transformó las manos y los pies de Dumuzi en manos y pies de serpiente, de modo que el joven pudo escapar de sus captores. Dumuzi se ocultó en casa de su hermana. No obstante, una mosca delató su presencia a los demonios, quienes volvieron a capturarlo. En agradecimiento por su ayuda, Inanna concedió un destino favorable a la mosca. 

Cuando los demonios apresaron a Dumuzi, Geshtinanna, su hermana, suplicó a la diosa que se la llevaran a ella en su lugar. Inanna, apenada por el llanto de la muchacha, le permitió sustituir a su hermano durante la mitad del año. De esta forma, la diosa logró regresar al reino de los dioses tras descender al infierno.


Fuente:
BOTTÉRO J. Y KRAMER S.N. (Ed.) (2004): Cuando los Dioses Hacían de Hombres. Mitología Mesopotámica. Madrid. Akal.  

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