Cuatro generaciones antes del nacimiento de Hércules, reinaba en la ciudad de Argos el cruel Acrisio, hijo de Abante. Deseoso de engendrar un hijo varón que lo sucediera tras su muerte, el rey Acrisio consultó el oráculo de Delfos. Lo que la Pitia comunicó al monarca fue contrario a sus deseos: Acrisio jamás engendraría a un hijo varón. De hecho, su propio nieto acabaría con su vida y le arrebataría la corona.
Consternado por la profecía del oráculo, Acrisio regresó a Argos dispuesto a evitar el nacimiento de su nieto. Para ello, el rey ordenó encerrar a su única hija, la princesa Dánae, en una mazmorra subterránea o una torre. No obstante, Zeus observaba con deseo a Dánae desde lo alto del monte Olimpo.
Mientras la joven languidecía atrapada en su prisión, el rey de los dioses se deslizó en el interior de la celda en forma de oro líquido y sedujo a Dánae. Nueve meses después de aquel encuentro nacería Perseo, uno de los primeros héroes y grandes reyes de la Grecia heroica.
Cuando Acrisio descubrió que su hija había dado a luz a Perseo, no creyó que Zeus la hubiera seducido. Furioso, alegando que la joven ya se hallaba encinta antes de su encarcelamiento, Acrisio introdujo a Dánae y a su nieto en una cesta o caja de madera que ordenó arrojar al mar.
Las olas arrastraron el arcón mar adentro, pero ni Dánae ni Perseo murieron. Las aguas del mar los condujeron hasta la isla rocosa de Sérifos, donde fueron rescatados por un pescador llamado Dictis, el humilde hermano del rey de la isla, y su mujer Clímene.
Educado por Dánae y el matrimonio de pescadores, Perseo creció en la isla de Sérifos, muy lejos del rey Acrisio y del trono de Argos, su verdadero hogar.
En la rocosa Sérifos, patria adoptiva de Perseo, reinaba Polidectes, el hermano de Dictis el pescador. En el pasado, Polidectes había expulsado a Dictis del trono en un alzamiento ilegítimo. Ahora, cuando Perseo ya era un joven fuerte y atlético, el monarca se enamoró de Dánae, la madre del héroe. Pero el rey no se atrevió a tomar a Dánae por la fuerza encontrándose Perseo, un vástago del propio Zeus, en la isla. Así pues, para que Perseo no pudiera proteger a su madre, el rey Polidectes tramó un engaño.
Polidectes convocó a los hombres de la ciudad y les hizo creer que se disponía a reunir una gran dote para un fingido matrimonio con la doncella Hipodamía, hija de Enómao. Para deshacerse de Perseo en concreto, Polidectes ordenó al joven hacerse con un regalo único para la princesa Hipodamía: la cabeza de la Gorgona Medusa. El rey lo enviaba de esta forma a una muerte segura, ya que Medusa podía convertir en piedra a aquel que se atreviera a mirarla. El monstruo tenía una cabeza rodeada de serpientes, grandes colmillos como de jabalí, manos de bronce y alas de oro por medio de las cuales podía volar.
Consternado por la profecía del oráculo, Acrisio regresó a Argos dispuesto a evitar el nacimiento de su nieto. Para ello, el rey ordenó encerrar a su única hija, la princesa Dánae, en una mazmorra subterránea o una torre. No obstante, Zeus observaba con deseo a Dánae desde lo alto del monte Olimpo.
Mientras la joven languidecía atrapada en su prisión, el rey de los dioses se deslizó en el interior de la celda en forma de oro líquido y sedujo a Dánae. Nueve meses después de aquel encuentro nacería Perseo, uno de los primeros héroes y grandes reyes de la Grecia heroica.
Cuando Acrisio descubrió que su hija había dado a luz a Perseo, no creyó que Zeus la hubiera seducido. Furioso, alegando que la joven ya se hallaba encinta antes de su encarcelamiento, Acrisio introdujo a Dánae y a su nieto en una cesta o caja de madera que ordenó arrojar al mar.
Las olas arrastraron el arcón mar adentro, pero ni Dánae ni Perseo murieron. Las aguas del mar los condujeron hasta la isla rocosa de Sérifos, donde fueron rescatados por un pescador llamado Dictis, el humilde hermano del rey de la isla, y su mujer Clímene.
Educado por Dánae y el matrimonio de pescadores, Perseo creció en la isla de Sérifos, muy lejos del rey Acrisio y del trono de Argos, su verdadero hogar.
Perseo y Medusa. Cerámica de figuras negras. Siglo VI a.C. |
Polidectes convocó a los hombres de la ciudad y les hizo creer que se disponía a reunir una gran dote para un fingido matrimonio con la doncella Hipodamía, hija de Enómao. Para deshacerse de Perseo en concreto, Polidectes ordenó al joven hacerse con un regalo único para la princesa Hipodamía: la cabeza de la Gorgona Medusa. El rey lo enviaba de esta forma a una muerte segura, ya que Medusa podía convertir en piedra a aquel que se atreviera a mirarla. El monstruo tenía una cabeza rodeada de serpientes, grandes colmillos como de jabalí, manos de bronce y alas de oro por medio de las cuales podía volar.
Perseo y Medusa. Céramica de figuras rojas. Siglo V a.C. |
En su búsqueda de Medusa, y ayudado por Atenea y Hermes, Perseo viajó en primer lugar hasta la morada de las Greas, hijas de Forcis y Ceto, llamadas Enio, Pefredo y Dino. Estas ancianas habitaban cerca del lago Tritónide, en las arenas de Libia, y compartían un solo ojo y un diente. Tras arrebatarles el ojo y el diente a las Greas, Perseo las obligó a revelarle el paradero de unas ninfas que poseían artefactos mágicos que lo ayudarían en su misión. Las Greas le indicaron el camino hacia las ninfas, quienes lo obsequiaron con un morral, unas sandalias aladas y el casco de Hades, que podía volver invisible a su portador.
Habiendo superado su primera etapa del viaje, Perseo se echó el morral de las ninfas alrededor del cuello, se puso el yelmo en la cabeza y se ciñó las sandalias. Echó entonces a volar en dirección al Océano, donde se encontraba la guarida de las Gorgonas. El dios Hermes le entregó una hoz, con la cual habría de cortarle la cabeza a Medusa, la única Gorgona que podía morir. Al contrario que Medusa, sus hermanas eran inmortales; sus nombres eran Esteno y Euríale.
Ya en el interior del antro de Medusa, oculto con el casco de Hades y empuñando la hoz de Hermes, Perseo se situó junto al lecho de las Gorgonas mientras dormían. Atenea guió la mano del héroe haciéndolo volverse y mirar el reflejo de Medusa en la superficie pulida de su escudo de bronce. Sólo así evitaría mirar a la criatura directamente a los ojos en caso de que despertara. Pero Medusa no despertó, y Perseo, que había cruzado el mundo conocido en busca de la cabeza del monstruo, la decapitó de un tajo certero.
De la herida abierta del monstruo emergieron el caballo Pegaso y también Crisaor, padre de Geriones, ambos hijos de Poseidón y Medusa. Perseo guardó entonces la cabeza de Medusa en el morral y se dispuso a abandonar la guarida de las Gorgonas. Las hermanas de Medusa despertaron de su sueño y comenzaron a perseguirlo, pero no pudieron atraparlo, ya que el casco de Hades lo hacía invisible.
Habiendo superado su primera etapa del viaje, Perseo se echó el morral de las ninfas alrededor del cuello, se puso el yelmo en la cabeza y se ciñó las sandalias. Echó entonces a volar en dirección al Océano, donde se encontraba la guarida de las Gorgonas. El dios Hermes le entregó una hoz, con la cual habría de cortarle la cabeza a Medusa, la única Gorgona que podía morir. Al contrario que Medusa, sus hermanas eran inmortales; sus nombres eran Esteno y Euríale.
Perseo decapita a una versión de Medusa distinta a la recogida por las fuentes escritas. Relieve del siglo VII a.C. |
De la herida abierta del monstruo emergieron el caballo Pegaso y también Crisaor, padre de Geriones, ambos hijos de Poseidón y Medusa. Perseo guardó entonces la cabeza de Medusa en el morral y se dispuso a abandonar la guarida de las Gorgonas. Las hermanas de Medusa despertaron de su sueño y comenzaron a perseguirlo, pero no pudieron atraparlo, ya que el casco de Hades lo hacía invisible.
Mientras volaba de regreso a Sérifos, al oeste del mundo Perseo se encontró con el titán Atlas, un antiguo dios de estatura gigantesca y enorme fuerza. Atlas, que era enemigo de Zeus y sus descendientes, impidió a Perseo descansar en sus tierras. Por eso Perseo lo convirtió en montaña enseñándole la cabeza de Medusa. Nacía así la cordillera del Atlas.
Más tarde, en su vuelo de regreso a Sérifos, Perseo convirtió en piedra a la monstruosa criatura marina Ceto, salvando así a la princesa etíope Andrómeda. Tras rescatar a la princesa, Perseo la tomó como esposa. Entonces Fineo, anterior pretendiente de la joven, reunió a sus hombres y se enfrentó al héroe. Pero Perseo salió victorioso de un combate a espada. Después de pasar un año en Etiopía y tener un hijo con Andrómeda, regresó al fin a Sérifos.
Perseo y Andrómeda. Mosaico romano. Siglo II-III d.C. aprox. |
Tras derrocar a Polidectes en la rocosa Sérifos, Perseo viajó a la Grecia continental para tratar de reconciliarse con su abuelo. Pero el rey Acrisio se negó a verlo por temor a la vieja profecía del oráculo de Delfos. Más tarde, sin embargo, Perseo participó en una competición en la ciudad de Larisa. Sin saberlo, el rey Acrisio acudió como espectador. El anciano rey no podría escapar ya de su destino: lanzando un disco, Perseo alcanzó y mató accidentalmente a Acrisio. Se cumplía así la profecía del oráculo.
Aunque Perseo se convirtió en el nuevo rey de Argos, avergonzado por la muerte de su abuelo, el héroe decidió cambiar su reino por el de su primo. Así, Perseo recibió la corona de Tirinto y fundó la ciudad de Micenas, futura patria de los grandes héroes Hércules y Agamenón. Allí, en la fastuosa Micenas, Perseo reinó hasta su muerte junto a su esposa, la prinecesa etíope Andrómeda.
Fuentes:
APOLODORO (2002): Biblioteca Mitológica. (Calderón, J., Ed.). Madrid. Akal.
OVIDIO (2011), Metamorfosis. (Leonetty, E., Trad.). Barcelona. Espasa.
PAUSANIAS (1994): Descripción de Grecia. (Gómez, F.J. Trad.). Madrid. Gredos.