«Ellos no crearon el mundo para nosotros, ¿por qué habrían de hacerlo? No crearon al hombre, ¿cómo podrían? No concibieron la misma idea del hombre hasta que la naturaleza y las causas naturales, la unión de los átomos, les mostraron la manera. Además, los dioses eran absolutamente felices tal y como existían, y la creación del hombre no habría podido incrementar su felicidad. Después de innumerables intentos e innumerables fracasos, la concurrencia de los átomos formó el mundo de forma gradual.»
Lucrecio, De Rerum Natura (Libro V), siglo I a.C.
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