«¡Vosotros, oh habitantes de la extensa Esparta! O bien vuestra gloriosa ciudad será saqueada por los hijos de Persia, o bien, en compensación, toda Lacedemonia habrá de lamentar la pérdida del rey, descendiente de Heracles. Pues no podrá detener a Jerjes ni la fuerza de los toros ni la de leones, ya que es poderoso como Zeus. No se detendrá hasta haber devorado totalmente a uno de estos dos: vuestro rey o vuestra ciudad.»
Heródoto, Historias (libro VII), siglo V a.C.
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