En una ocasión, el poderoso Thor viajó a Jotunheim, la
tierra de los malvados gigantes, junto a Loki y sus dos jóvenes sirvientes,
Tialfi y Roskva. En el camino, al ponerse el sol más allá del bosque, Thor y
sus compañeros de viaje decidieron pasar la noche en una extraña cabaña que encontraron entre los árboles. Cuando amaneció, al abandonar la cabaña, Thor y sus
compañeros se encontraron con un gigante llamado Skrymir. Tras presentarse,
Skrymir recogió la cabaña y se la ajustó en una de sus manos, pues la cabaña era en
realidad uno de sus guantes.
Thor y sus compañeros viajaron junto a Skrymir durante todo
el día y, al caer la noche de nuevo, hicieron un alto en el camino para dormir
y descansar. Thor no pudo conciliar el sueño, pues los atronadores
ronquidos del gigante Skrymir se lo impedían. Así pues, el dios tomó su martillo y
golpeó el cráneo del gigante con todas sus fuerzas. No obstante, Skrymir no
sufrió daño alguno y siguió durmiendo como si no hubiera ocurrido nada.
A la mañana siguiente, Skrymir y Thor marcharon por caminos
diferentes. Thor y sus compañeros prosiguieron la marcha y caminaron hasta el
mediodía. Entonces se encontraron con la fortaleza de Utgard, la cual era tan
alta que los viajeros tuvieron que alzar la vista hacia el cielo para alcanzar
a ver su parte superior. Asombrados, Thor y sus compañeros cruzaron la entrada
de la fortaleza, y entonces descubrieron que ésta estaba habitada por gigantes.
Los viajeros se presentaron ante Utgardaloki, señor de
Utgard, quien no los recibió con cortesía, sino que se burló de ellos y los
retó a competir en pruebas imposibles para humillarlos. En la primera prueba,
Loki compitió contra el gigante llamado Logi. Ambos se sentaron en el centro de
la sala de Utgardaloki y comenzaron a comer del mismo cuenco. Utgardaloki
estableció que el primero que vaciara su mitad del plato sería el ganador de la
prueba. Loki y Logi consiguieron terminar al mismo tiempo. Sin
embargo, mientras que Loki sólo había tragado comida, el gigante Logi había
engullido también la madera del cuenco. Así pues, Loki perdió la primera de las
pruebas. La segunda prueba de Utgardaloki consistía en una carrera. Tialfi,
sirviente de Thor, se ofreció voluntario para competir contra Hugi. Éste,
aunque apenas era un niño, alcanzó la meta cuando Tialfi aún no había llegado
ni a la mitad de la pista. De este modo, Tialfi perdió la segunda prueba.
La siguiente prueba consistía en apurar de un solo trago el
contenido de un enorme cuerno lleno de bebida. Confiado, Thor, el mejor bebedor
del grupo, tomó el cuerno y bebió hasta quedarse sin aliento. Sin embargo, el
nivel de la bebida apenas se había alejado del borde del cuerno, por lo que los gigantes de Utgard se rieron de él. Avergonzado,
Thor accedió a participar en otra prueba con la esperanza de superarla y
compensar así las anteriores derrotas. Pero cuando Utgardaloki le pidió que
levantara un enorme gato gris, éste arqueó el lomo y se elevó tan alto que Thor
no pudo alcanzarlo. Enfurecido, Thor desafió a los gigantes a luchar contra él,
pero Utgardaloki, que deseaba humillar aún más a los viajeros, pidió a su anciana
madre que se enfrentara al dios. Así pues, Thor se enfrentó a la madre del rey
de los gigantes, pero no pudo reducirla. Por el contrario, al caer la noche,
tras un violento combate, fue la anciana quien logró inmovilizar y tumbar a
Thor.
A la mañana siguiente, avergonzados, Thor y los demás se
prepararon para abandonar la fortaleza de Utgard. Sin embargo, antes de que
Thor regresara a Asgard, hogar de los Aesir, Utgardaloki se dirigió a él. El
gigante confesó a Thor y sus compañeros que los había puesto a prueba para
averiguar si Utgard corría peligro debido a su famosa fuerza y sus habilidades. Para
ello, el rey de los gigantes les había nublado la vista utilizando poderosos encantamientos.
En realidad, el
gigante Skrymir había resistido el golpe del martillo porque Thor, confundido,
había golpeado en su lugar la roca de una montaña. Su golpe había sido tan
fuerte que, de hecho, logró abrir un enorme barranco que cruzaba la montaña. Si
Logi había podido devorar el cuenco y su contenido, esto se debía a que en realidad
no era un gigante, sino el propio fuego. Del mismo modo, Hugi había sido más
veloz que Tialfi porque no se trataba de un niño de verdad, sino el veloz
pensamiento de Utgardaloki. El extremo del largo cuerno del que había bebido
Thor se hundía en el mar, y por ello el dios no pudo vaciarlo. No obstante, tras
beber Thor, descendió el nivel de todos los mares. El gato gris no era un gato
en realidad, sino la enorme serpiente de Midgard, la cual rodea el mundo con
sus descomunales anillos. Intentando alcanzarla, Thor se había elevado hasta el mismo cielo
como ningún gigante podría haber hecho. Finalmente, Utgardaloki reveló que su
anciana madre se trataba en realidad la propia vejez. Nadie había logrado jamás
ofrecer resistencia a la vejez, pero Thor consiguió resistir en el combate
hasta que el sol se puso. Ahora que Utgardaloki conocía el peligro que corría
su fuerte, lo hizo desaparecer para que Thor no regresara nunca a él. Tras escuchar las palabras del gigante y ver desaparecer la fortaleza de Utgard, furioso
por los engaños de Utgardaloki, Thor levantó su martillo y fue a golpearle,
pero entonces el gigante desapareció también ante sus ojos y los dioses jamás volvieron a encontrarlo.
Fuente:
Snorri Sturluson, Edda Menor.
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