El matrimonio de Enlil, rey de los dioses, y la hermosa Ninlil

Antes de que los dioses crearan a los hombres para que los sustentaran a través de sus sacrificios, existía ya la hermosa ciudad de Nippur. Enlil, señor del viento y rey de todos los dioses, hijo de An y Ki, dioses del cielo y de la tierra, habitaba en el palacio de Ekur, en Nippur. También vivía en Nippur la joven y bella Ninlil, hija de la anciana Nunbarshegunu. La anciana había aconsejado a Ninlil que no se bañara jamás en las aguas del canal de Nippur, pues si Enlil la descubriera, querría hacerla suya. No obstante, la bella Ninlil ignoró las advertencias de su madre y, un día, decidió darse un baño en el claro curso del canal de Nippur.

Como temía Nunbarshegunu, mientras su hija se bañaba en el canal, el venerable dios Enlil posó sus ojos en ella. Enlil se acercó a Ninlil y le expresó su deseo de unirse a ella, pero la joven lo rechazó. No obstante, en su segundo intento, Enlil consiguió yacer con Ninlil, escondidos ambos en un cañaveral en un recodo de la orilla. De la unión secreta de Enlil y Ninlil nació el brillante Shin, dios de la luna. Cuando los cincuenta grandes dioses y los siete dioses que determinan los destinos se enteraron de aquella unión, reprendieron a Enlil. Por haber engendrado a Shin fuera del matrimonio, los dioses desterraron a su propio rey al infierno. Así pues, Enlil abandonó Nippur y descendió al mundo de los muertos, y Ninlil lo siguió.

En las puertas del infierno, Enlil, que se había percatado de que Ninlil caminaba tras él, se hizo pasar por el guardián de la entrada. Cuando Ninlil se encontró con el portero del infierno, quien era Enlil en realidad, éste la convenció para que se uniera a él. Ninlil quedó entonces embarazada de Nergal, futuro esposo de Ereshkigal y soberano del infierno. A continuación, el rey de los dioses prosiguió su camino, encontrándose después con el hombre del río infernal devorador de personas. Enlil se unió a Ninlil de nuevo, haciéndose pasar esta vez por el hombre del río infernal devorador de personas. Tras aquel encuentro, Ninlil quedó embarazada del dios Ninazu. Enlil continuó su camino y, al encontrarse con Silulim, el barquero del infierno, adoptó su apariencia para, una vez más, unirse a Ninlil. La diosa quedó embarazada entonces de Enbilulu, administrador de los canales.


Para formalizar su relación con Ninlil y engendrar nuevos hijos en el mundo de los vivos, Enlil pidió la mano de la muchacha a su anciana madre, a quien envió un valioso tesoro como regalo. Así pues, finalmente, Enlil desposó a Ninlil en el palacio del Ekur. De pie ante su trono, Enlil determinó el destino de su esposa nombrándola reina de todos los dioses y, mediante las palabras sagradas de los dioses, Enlil le otorgó honorables poderes. Así, Ninlil, la nueva reina de los dioses, obtuvo poder sobre los nacimientos y se convirtió en la patrona de la agricultura y la escritura.


Fuentes:
BOTTÉRO J. Y KRAMER S.N. (Ed.) (2004): Cuando los Dioses Hacían de Hombres. Mitología Mesopotámica. Madrid. Akal.  

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viernes, 20 de diciembre de 2013

El matrimonio de Enlil, rey de los dioses, y la hermosa Ninlil

Antes de que los dioses crearan a los hombres para que los sustentaran a través de sus sacrificios, existía ya la hermosa ciudad de Nippur. Enlil, señor del viento y rey de todos los dioses, hijo de An y Ki, dioses del cielo y de la tierra, habitaba en el palacio de Ekur, en Nippur. También vivía en Nippur la joven y bella Ninlil, hija de la anciana Nunbarshegunu. La anciana había aconsejado a Ninlil que no se bañara jamás en las aguas del canal de Nippur, pues si Enlil la descubriera, querría hacerla suya. No obstante, la bella Ninlil ignoró las advertencias de su madre y, un día, decidió darse un baño en el claro curso del canal de Nippur.

Como temía Nunbarshegunu, mientras su hija se bañaba en el canal, el venerable dios Enlil posó sus ojos en ella. Enlil se acercó a Ninlil y le expresó su deseo de unirse a ella, pero la joven lo rechazó. No obstante, en su segundo intento, Enlil consiguió yacer con Ninlil, escondidos ambos en un cañaveral en un recodo de la orilla. De la unión secreta de Enlil y Ninlil nació el brillante Shin, dios de la luna. Cuando los cincuenta grandes dioses y los siete dioses que determinan los destinos se enteraron de aquella unión, reprendieron a Enlil. Por haber engendrado a Shin fuera del matrimonio, los dioses desterraron a su propio rey al infierno. Así pues, Enlil abandonó Nippur y descendió al mundo de los muertos, y Ninlil lo siguió.

En las puertas del infierno, Enlil, que se había percatado de que Ninlil caminaba tras él, se hizo pasar por el guardián de la entrada. Cuando Ninlil se encontró con el portero del infierno, quien era Enlil en realidad, éste la convenció para que se uniera a él. Ninlil quedó entonces embarazada de Nergal, futuro esposo de Ereshkigal y soberano del infierno. A continuación, el rey de los dioses prosiguió su camino, encontrándose después con el hombre del río infernal devorador de personas. Enlil se unió a Ninlil de nuevo, haciéndose pasar esta vez por el hombre del río infernal devorador de personas. Tras aquel encuentro, Ninlil quedó embarazada del dios Ninazu. Enlil continuó su camino y, al encontrarse con Silulim, el barquero del infierno, adoptó su apariencia para, una vez más, unirse a Ninlil. La diosa quedó embarazada entonces de Enbilulu, administrador de los canales.


Para formalizar su relación con Ninlil y engendrar nuevos hijos en el mundo de los vivos, Enlil pidió la mano de la muchacha a su anciana madre, a quien envió un valioso tesoro como regalo. Así pues, finalmente, Enlil desposó a Ninlil en el palacio del Ekur. De pie ante su trono, Enlil determinó el destino de su esposa nombrándola reina de todos los dioses y, mediante las palabras sagradas de los dioses, Enlil le otorgó honorables poderes. Así, Ninlil, la nueva reina de los dioses, obtuvo poder sobre los nacimientos y se convirtió en la patrona de la agricultura y la escritura.


Fuentes:
BOTTÉRO J. Y KRAMER S.N. (Ed.) (2004): Cuando los Dioses Hacían de Hombres. Mitología Mesopotámica. Madrid. Akal.  

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