El diluvio y la caída de los Vigilantes según el evangelio apócrifo de Enoc

Antes del gran diluvio, cuando los primeros hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, los Vigilantes, hijos de Dios, observaban la tierra desde el cielo. Cuando contemplaron a las hijas de los hombres, desearon engendrar hijos con ellas. Así pues, animados por su líder, el ángel Shemhazai, los Vigilantes descendieron de los cielos y se unieron con las mujeres de la tierra, a las que corrompieron y volvieron vanidosas. También enseñaron a los hombres a forjar armas y combatir entre ellos, causando así cruentas guerras y masacres. 

Con las mujeres, los Vigilantes engendraron a los Nephilim, violentos gigantes de más de tres mil codos de altura que obligaron a los hombres a sustentarlos. Los voraces Nephilim devoraron el trabajo de los hombres hasta que éstos ya no fueron capaces de abastecerlos. Entonces, poseídos por un hambre atroz, los gigantes comenzaron a matar y devorar a los humanos y a todos los seres vivos de la tierra. Cuando los gritos de los hombres, que estaban siendo brutalmente aniquilados, llegaron al cielo, Dios decidió destruir a los Nephilim. Para exterminarlos, planeó abrir las compuertas del cielo y las fuentes del abismo de modo que el agua cubriera la tierra y acabara con todo ser viviente. No obstante, para que la raza humana no pereciera bajo las aguas, los ángeles construyeron un refugio de madera para la familia de Noé, hijo de Lamec, cuya descendencia habría de repoblar el mundo tras el diluvio. 

Tras destruir a los Nephilim desatando el diluvio universal, Dios ordenó al arcángel Miguel que encadenara a los Vigilantes al oeste, en un valle repleto de violentas corrientes de agua, para toda la eternidad.

Fuente:
El libro de los Vigilantes, Evangelio de Enoc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

miércoles, 8 de enero de 2014

El diluvio y la caída de los Vigilantes según el evangelio apócrifo de Enoc

Antes del gran diluvio, cuando los primeros hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, los Vigilantes, hijos de Dios, observaban la tierra desde el cielo. Cuando contemplaron a las hijas de los hombres, desearon engendrar hijos con ellas. Así pues, animados por su líder, el ángel Shemhazai, los Vigilantes descendieron de los cielos y se unieron con las mujeres de la tierra, a las que corrompieron y volvieron vanidosas. También enseñaron a los hombres a forjar armas y combatir entre ellos, causando así cruentas guerras y masacres. 

Con las mujeres, los Vigilantes engendraron a los Nephilim, violentos gigantes de más de tres mil codos de altura que obligaron a los hombres a sustentarlos. Los voraces Nephilim devoraron el trabajo de los hombres hasta que éstos ya no fueron capaces de abastecerlos. Entonces, poseídos por un hambre atroz, los gigantes comenzaron a matar y devorar a los humanos y a todos los seres vivos de la tierra. Cuando los gritos de los hombres, que estaban siendo brutalmente aniquilados, llegaron al cielo, Dios decidió destruir a los Nephilim. Para exterminarlos, planeó abrir las compuertas del cielo y las fuentes del abismo de modo que el agua cubriera la tierra y acabara con todo ser viviente. No obstante, para que la raza humana no pereciera bajo las aguas, los ángeles construyeron un refugio de madera para la familia de Noé, hijo de Lamec, cuya descendencia habría de repoblar el mundo tras el diluvio. 

Tras destruir a los Nephilim desatando el diluvio universal, Dios ordenó al arcángel Miguel que encadenara a los Vigilantes al oeste, en un valle repleto de violentas corrientes de agua, para toda la eternidad.

Fuente:
El libro de los Vigilantes, Evangelio de Enoc.

No hay comentarios:

Publicar un comentario